Cuando alguien me pregunta qué clase de literatura disfruto, respondo ciencia ficción y fantasía. Sin embargo, de todo hay que probar, así que un día decidí darle una oportunidad a John Green. La elección sencilla habría sido Bajo la misma estrella, pero era demasiado lacrimógeno para mi humor, así que opté por uno de sus libros menos conocidos, El teorema Katherine, editado por Nube de Tinta. Debo decir que tengo un gusto exquisito eligiendo libros por su portada.
Su principal característica es que te hace sonreír, continuamente. Es simple, dos amigos y su viaje veraniego, y a pesar de ello interesante.
Nuestro héroe es Colin Singleton, un chico cuyas ex novias tienen un denominador común: todas se llaman Katherine. Puesto que la decimonovena le destroza el corazón, emprende un viaje junto a su Sancho particular, Hassan, con el fin de desarrollar un teorema que explique semejante absurdez en su vida. Al llegar a un pueblo perdido, donde Jesucristo perdió la zapatilla y Odín el ojo, los dos amigos descubren verdades como templos y reflexionan sobre las habituales tragedias adolescentes.