«Uhtred, un joven anglo-sajón de ascendencia aristocrática, se debate ahora entre luchar al lado de quienes le han educado, los vikingos, o ponerse a las órdenes de Alfredo el Grande, de quien le separan las creencias religiosas». Bla bla bla, aparece algo más en la contraportada, pero esto es lo importante. Escrito por Bernard Cornwell y publicado por Edhasa en castellano, hoy vengo a contarte esta historia que me maravilló.
Empezaré admitiendo un pecado, un crimen de lesa humanidad, una abominación. Yo, Andrea Fairwood, procedo a confesar que: vi las dos primeras temporadas de la serie basada en el libro y, a posteriori, lo leí. Sé que es horrible, pero al ser una serie tan buena pensé, ¡el libro tiene que ser glorioso! Juro por Atenea que el aspecto del protagonista influyó escasamente en mi valoración. En serio. Lo cierto es que no me decepcionó, hay batallas, vikingos, barcos y venganzas, ¿cómo carajote no va a gustarme?
Uhtred es inglés y danés (vikingo vamos), por lo que forma parte de dos culturas antagónicas en una época en la que la armonía entre ambas brillaba por su ausencia. Se ha criado como un vikingo, pero la historia de su familia, su historia, está ligada a Inglaterra. Es decir, es como un adolescente: nadie le quiere, nadie le comprende, él es el único que comprende el mundo entero y está rodeado de gente corta de miras. A pesar de que vive obsesionado con el destino, toma decisiones impulsivas, absurdas y ridículas (como los adolescentes), y cuando las toma le echa la culpa a otros, en este caso a las tres hilanderas (las que tejen su destino).
Este personaje impulsivo y satírico será nuestro caballero andante, con comportamientos nada caballerosos y nada educados, es burlón y a veces se cree más inteligente de lo que en realidad es (como todos los adolescentes). En este cuento histórico de caballeros y princesas la damisela en apuros es el cura Beocca, claro cristalino. No es broma, siempre está en todos los problemas (todos), no tiene ninguna preparación para la batalla y lleva túnica. Cuanto más lo pienso menos dudas tengo.
Como en todo cuento, tenemos un enemigo a batir, aunque lo cierto es que éste es cambiante. Supongo que la vida es así, especialmente cuando perteneces a dos culturas diametralmente opuestas y destinadas a enfrentarse en unas tres batallas anuales.
Lo cierto es que en el libro se muestra como las culturas tienen una forma de ver la vida totalmente diferente: la dignidad, el honor o el papel de la mujer son distintos. Un tema sobre el que Uhtred reflexiona profundamente (de una forma nada profesional), es el conflicto que se plantea sobre la religión. Todos creen que su religión es la verdadera y los demás están total y absolutamente equivocados. No sólo es el hecho de que pertenezcan a religiones distintas, sino que las viven de un modo diferente: mientras que los vikingos son de lo más laxos, los ingleses son fervientes y devotos cristianos (especialmente Alfredo). Esto influye en su forma de vida en general, los daneses la disfrutan, los ingleses rezan por ella.
En todos estos contrastes, tiene una relevancia especial Alfredo, rey de Wessex (personaje real). Cuando te lo acabes de leer, te recomiendo que le eches un vistazo a las notas históricas, descubrirás como la narración ha conseguido mezclar la vida de un personaje ficticio con batallas y acontecimientos reales. Creo que si eres un mero interesado en la historia, la disfrutarás.
Por otro lado, no esperes encontrar descripciones detalladas del entorno o de las personas. Narra hechos, tal y como son recordados por Uhtred cuando es anciano, y ya te digo que no recuerda la mueca del contrincante en la octava batalla ni el profundo silencio de su corazón cuando su amada le mira. Recuerda la sangre, la estrategia seguida, y las actuaciones de aquellas personas que le marcaron.
Dicho esto, hay que recordar que Uhtred es criado por vikingos, lo que le lleva a decir más palabrotas de las que se me ocurren. Lo cierto es que soy como un niño pequeño, veo palabrotas y me río sola, sobre todo con expresiones como “putos monjes” (que repite en varias ocasiones) o con la palabra “cagarro”, que por motivos desconocidos provoca en mi cerebro una reacción sin sentido.
La puntuación me ha sorprendido, algo a lo que presto mucha atención gracias a Maribel Abad. Durante la primera mitad del libro los puntos apenas existen, son muchas comas, muchísimas. Misteriosamente, cuando el personaje se hace adulto, mejoran; no sé si porque me acostumbré a leerlo así (cosa que dudo notablemente) o porque efectivamente era algo hecho a propósito. Otra posibilidad es que las memorias son de un no-caballero que detestaba leer y escribía como un niño de doce años (lo dice él, no yo); así que tal vez en la escritura Bernard Cornwell ha querido reflejar las aptitudes de aquél que se supone que escribe las memorias. La verdad es que no tengo ni idea, pero alguna explicación que escapa a mi comprensión tienen seguro porque, como he dicho, evolucionan con el personaje.
En cuanto a la adaptación a la pequeña pantalla, la podéis ver en Netflix, se llama “El Último Reino”, y la considero una de las mejores series que he visto en los últimos años. Además, cuenta con algunos artistas invitados como Matthew Macfadyen. Creo que hicieron una gran elección con el casting, aunque todos son muy buenos, la mayoría son excepcionales. Tengo que remarcar la actuación de David Dawson, que merece el calificativo de sublime.
En relación a los cambios, yo solo recuerdo un par: los personajes tienen unos diez años más que en el libro y las batallas en los barcos no suceden, sino que las sustituyen por tierra firme.
Hola!!! Ohh, me encantan las cosas de Vikingos y la serie de "The Last Kingdom" igual. Una reseña muy interesante 😀
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